viernes, 23 de agosto de 2013

Extraño y contradictorio progreso del mundo

Por el Dr. Luis Valladares  para MUNDO MUTUAL - El periódico de las mutuales

Todavía quedamos muchos testigos de los tiempos en que una persona con su propio y único trabajo podía mantener a toda su familia.

La generación anterior a nuestros padres, es decir nuestros abuelos, que en su época acostumbraban a tener muchos hijos –por ejemplo, era bastante común que tuvieran diez hijos-, y con esa familia tan grande, podían mantener su hogar solamente con el ingreso del trabajo de nuestro abuelo. A la esposa, nuestra abuela en este caso, le estaban reservadas las importantes tareas de cuidar a los hijos, elaborar las comidas y mantener ordenados el hogar, la ropa, enviarlos a la escuela, controlar que cumplieran con sus deberes, etc., es decir, todo lo relacionado con la vida en el hogar. Es de destacar también, que todo eso lo hacía sola, y en algunos casos, con la ayuda de algún hijo/a mayor cuando por su edad, estaban en condiciones de hacerlo.

Seguidamente, la generación de nuestros padres, en la gran mayoría de los casos pudieron continuar con esa modalidad de mantener un hogar solamente con el ingreso del padre, aunque también se verificó un cambio importante, que fue tener una cantidad mucho menor de hijos por hogar.

Nuestra generación, fue la primera en nuestro país, en que la mujer salió de su casa para trabajar, además de ocuparse de los quehaceres domésticos.

Y en la actualidad, los hogares formados por gente joven, se ven obligados a trabajar todos los miembros de la familia en edad de poder hacerlo, para atender los requerimientos imprescindibles y sin poder cumplir, en la mayoría de los casos, con la aspiración de tener su casa propia.

Curiosamente, las dos últimas generaciones, son las que se han visto más afectadas y modificados sustancialmente los hábitos de vida, como consecuencia de los progresos tecnológicos. Que sin duda, en el último siglo han tenido una evolución inusitada y asombrosa.

Por citar tan sólo algunos datos de referencia, en el año 1900 llegó el primer automóvil a la Argentina; en 1901 Guillermo Marconi pudo enviar señales de radio que atravesaran el Atlántico; en 1903 por primera vez el hombre era transportado en un aeroplano, cuyo vuelo fue de 12 segundos para recorrer 37 metros, tripulado por Orville Wright. En 1928 se transmitieron las primeras imágenes de televisión, y también en ese año, Alexander Fleming descubrió la penicilina. Y así se fueron sucediendo una enorme cantidad de inventos y descubrimientos que en los primeros tiempos de sus apariciones, se pensaba que iban a facilitar la vida de los seres humanos brindándoles mayores comodidades y disfrutar de una vida más placentera con mayor tiempo para el ocio.

Sin embargo, de aquel único sostén de familia, pasamos a que en la actualidad tienen que trabajar todos los miembros en edad de poder hacerlo, para que una familia tipo pueda subsistir.

Los progresos tecnológicos que se suponía iban a mejorar la vida de todas las personas, se fue transformando en una mayor explotación de casi la totalidad de los hombres y mujeres por parte de una reducida minoría que produce los productos inventados y los descubrimientos logrados.

Pero hay un aspecto que tiene la mayor importancia: el menor tiempo de dedicación a los hijos, es decir a nuestros nietos.

Por estar condicionados y dominados por la vorágine de la rapidez y del trabajo, es muy poco el tiempo que nuestros hijos disponen para dedicarle a nuestros nietos. Entonces ocurre algo que debe preocuparnos mucho: los niños de la actualidad son educados por el televisor y la computadora, y a veces por terceras personas ajenas al núcleo familiar. En todos los casos, recibiendo los niños ideas, conceptos y hábitos que son incontrolables. Porque la mamá o el papá, como no pueden responder a las demandas de sus hijos, no encuentran otra solución en la mayoría de los casos, que ponerlos frente al televisor o de la computadora. Obviamente que esos contenidos, de ninguna manera pueden reemplazar a la palabra de los padres, y menos aún, al imprescindible cariño y atención que necesitan los niños para su mejor formación como personas. Además les impiden realizar tareas al aire libre, correr, tomar sol, jugar con otros chicos, etc.

Es decir que en lugar de contar con la ayuda de la tecnología para disfrutar de una vida mejor, y que su aporte provea a los seres humanos de mayor tiempo para dedicarlo a cosas más importantes, como es atender a los hijos, disfrutar de otras actividades placenteras, etc., la sociedad en general, se ha transformado en esclava del trabajo, ya sea para satisfacer las necesidades esenciales y/o para poder disponer de los últimos adelantos de la nueva tecnología. Que entre otras cosas, aunque resulte irónico, no siempre se la puede disfrutar por la falta de tiempo. Y nuestros nietos son rehenes de los televisores, cuyos programas dejan mucho que desear y de las computadoras que a través de internet, les brindan toda clase de contenidos, desde los más ilustrativos hasta los más aberrantes, y simultáneamente hay otro nuevo peligro que los acecha: el consumo de drogas.

En los hogares más humildes, el televisor y la computadora, están reemplazados por la calle, donde los chicos también están expuestos a las drogas, y los de menores recursos generalmente a la que tienen acceso es al "paco", que es letal.

Esta sociedad no coincide en absoluto con la que habíamos imaginado cuando comenzaron a aparecer los grandes progresos tecnológicos, que también nos hicieron pensar que permitirían vivir mejor con menor esfuerzo, con menor cantidad de horas de trabajo, etc., si bien se ha beneficiado por los descubrimientos científicos logrados en el ámbito de la medicina que determinaron la prolongación de la vida; ha sido víctima de la ambición desmedida de una minoría que a través del poder económico, no ha vacilado en someterla para obtener desmesuradas ganancias. Para ello, también se valen de la poderosa influencia que tienen los medios de comunicación, a través de los cuales, es manipulada tanto por el poder económico como por el poder político.

Mientras tanto se produce el contraste de un progreso tecnológico inusitado frente a millones de seres humanos que sufren el hambre; que padecen enfermedades y no pueden atender su salud; y también los que viven en condiciones inhumanas, padeciendo toda clase de sufrimientos.

Nos queda la esperanza de que las organizaciones de la economía solidaria puedan desarrollarse lo suficiente para que extiendan sus lineamientos morales y éticos que posibiliten lograr la felicidad de hombres y mujeres en una sociedad justa y equitativa.

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